(0) SUEÑOS ELÉCTRICOS, de Steve Barron.

COMPAÑEROS DE PISO
La operación está clara: se sondea el mercado juvenil y se fabrica el producto que se cree gustará a la mayoría de la clientela. Resultado: computadoras que adquieren conciencia, amoríos adolescentes y videoclips con canciones pop. Lo de menos, comercialmente hablando, es que el tinglado sea una caca, que se ignore que los ordenadores deben ser previamente conectados y programados, que se identifique sentimiento con gilipollez cursilona y que no se tenga ni zorra idea de lo que es un guión y una narración coherente. La parejita de órdago: ella es violonchelista de orquesta sinfónica; él es arquitecto. Y yo, arzobispo de Constantinopla.
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