(3) EL BESO DE LA MUJER ARAÑA, de Héctor Babenco.

HISTORIAS DESDE LA CÁRCEL
Adaptación fílmica de la famosa novela del argentino Manuel Puig a cargo del guionista Leonard Schrader, una coproducción entre Brasil y Estados Unidos puesta en imágenes por Héctor Babenco, un argentino afincado en la cinematografía brasileña. Un producto, pues, cosmopolita que narra la forzosa convivencia en una celda latinoamericana de dos presos de distinta procedencia y condición —un homosexual encarcelado por seducir a un menor y un revolucionario de izquierdas—, con el enfrentamiento inicial y posterior acercamiento entre las posturas de ambos.
Un reducido calabozo es el espacio dramático que facilita la comprensión y el afecto mutuo entre Valentín, el prisionero político sometido a tortura, y Molina, el corruptor de menores, en una especie de “síntesis dialéctica” entre dogmatismo y frivolidad. Molina, utilizado como confidente de la policía, acabará comprometiéndose con la causa política por amor a su compañero. Valentín comprenderá el valor de los sentimientos y el importante papel de la fantasía en la vida. En suma, que la ideología, el sacrificio y el sentido de la realidad no tienen por qué ser radicalmente incompatibles con la afectividad, el placer y la imaginación creadora.
La riqueza del film, alejado de cualquier reduccionismo didáctico, viene determinada no sólo por la variedad de estilos de sus diferentes fragmentos sino por la profundidad de matices con que se exponen las contradicciones. Y así, las películas narradas por Molina, reales o imaginarias, especialmente la del sublime amour fou entre la resistente francesa y el oficial nazi, reaccionaria en su ideología pero liberadora en cuanto a sentimientos, adquieren una estética de fotonovela por su extrema estilización expresiva, mientras que las escenas de la celda tienen colores oscuros y una iluminación de tintes dramáticos, y los flash-backs presentan un aspecto más naturalista.
El rebelde Valentín acaba mostrando sus “debilidades” sentimentales, su inseguridad respecto a la lucha política, su afición a la buena comida y, tras la tortura, con la morfina, se entrega a la ensoñación de una maravillosa historia de amor, ahora en bonitos colores, en la isla de la “mujer araña” narrada por Molina, apareciendo en todas las historias una misma protagonista: Sonia Braga. ¿No era ese el mensaje de Woody Allen en La rosa púrpura del Cairo (1985): la evasión es a veces necesaria para soportar las desdichas de la vida cotidiana? Pero si “la fuerza de los sentimientos acaba venciendo a la rigidez de la ideología”, el film acaba paradójicamente con el triunfo del cinismo y de la mentira, es decir, de la realidad. Molina es abatido por los mismos revolucionarios a quienes pretende servir, a los que delata involuntariamente, y la policía emite un comunicado falseando los hechos.
El beso de la mujer araña es una película recomendable por su riqueza y variedad de propuestas, expertamente realizada y brillantemente interpretada por William Hurt, comedido y austero en su papel del gay Molina.
Leave a reply
Lo siento, debes estar conectado para publicar un comentario.