(1) LA SOÑADORA AMERICANA, de Rick Rosenthal.

UNA HEROÍNA DE FICCIÓN
La visión ingenua y tópica de un París para turistas domina esta comedia que narra, de forma incoherente y reiterativa, las andanzas quijotescas de una esposa y madre estadounidense que, en su locura, pretende emular las proezas de una famosa heroína de ficción, protagonista de una serie de novelas detectivescas.
Entre la indiferencia y el aburrimiento transcurre este previsible film sobre las relaciones entre la realidad y la fantasía que se permite poner en solfa la rutina matrimonial y el machismo dominante que anula la creatividad de la mujer, pero en un intento de sátira que carece de un sustrato narrativo mínimamente sólido. Viendo películas como ésta, contemplando la torpeza de Rosenthal, crece en uno la admiración hacia el Richard Quine de Encuentro en París (1964), magistral disección de las convenciones del relato tradicional y portentosa reflexión sobre el lenguaje fílmico. Al mismo tiempo que nos reafirma en la consideración de la maestría de los Hawks, Edwards o Wilder como supremos hacedores de un género dificilísimo. La comedia requiere un tono y un ritmo particulares que muy pocos cineastas son capaces de dominar. Así, La soñadora americana constituye un ejemplo de lo que no debe hacerse.
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