(1) LAS MINAS DEL REY SALOMÓN, de J. Lee Thompson.

AVENTURAS EN ÁFRICA
Nueva adaptación fílmica de la conocida novela homónima de Henry Ridler Haggard, Las minas del rey Salomón es un entretenido sucedáneo de las peripecias de Indiana Jones —es inevitable recordar En busca del arca perdida (1981) e Indiana Jones y el templo maldito (1984)— en la que se entrelazan escenas repletas de acción y peligro pero adoptando un tono de comedia que resta contundencia al conjunto, configurando un liviano relato de aventuras con el que pasar el rato.
Lejos de la ostentosidad y el glamour de la versión de Andrew Marton y Compton Bennett realizada en 1950, el presente film se basa en un barato exotismo y una representación tosca y convencional del espíritu de este género que tan buenos títulos ofreció su época clásica. Y para colmo, la constante sensación de estar ante una mera copia o imitación del modelo spielbergiano: Richard Charberlain intenta emular con su vestimenta y sus poses de explorador a Harrison Ford y la chica de turno se muestra también como una muchacha bastante tonta e indefensa. Incluso la banda sonora y el propio cartel de la película se asemejan a los citados films de Spielberg.
La producción corre a cargo de Cannon Group, humilde productora de los israelíes Menahem Golan y Yoram Globus, que apuesta decididamente por productos de calidad media-baja debido a las evidentes limitaciones presupuestarias. Aún así, se deja ver.
Leave a reply
Lo siento, debes estar conectado para publicar un comentario.