(3) KAMIKAZE 1989, de Wolf Gremm.

UNA PARÁBOLA ALEMANA
Wolf Gremm se ha declarado muy influenciado por el cine expresionista alemán y preocupado por llegar a un público lo más amplio posible. Kamikaze 1989 constituye una interesante muestra fílmica de la ciencia-ficción culta y comprometida —nada que ver con los pueriles y espectaculares productos USA— consagrada por Jean-Luc Godard en Alphaville (1965): la ubicación futurista de temas políticos, sociales o psicológicos mediante la utilización de escenarios y objetos cotidianos adecuadamente estilizados con la finalidad de reflexionar, de forma distanciada, sobre el presente.
El realizador utiliza aquí una estética entre el neo-pop y el moderno expresionismo para dar forma a una parábola sobre la Alemania federal. Como señala una voz en off inicial, un país muy desarrollado donde impera la ley y el orden, donde las prohibiciones y las diversiones están rígidamente reguladas y donde un gran poder económico monopolista domina incluso a la policía. Un estado, en definitiva, capitalista y autoritario cuya “normalidad” es alterada por unos terroristas que critican al sistema mediante la difusión clandestina de cómics y mediante el aviso de colocación de bombas. El protagonista, un singular inspector de policía encarnado por R. W. Fassbinder, vestido con un inefable traje que imita la piel de leopardo, se afana en descubrir con métodos expeditivos a los subversivos que perjudican la productividad de una gran empresa. Y descubre que los “rebeldes” no son otros que un núcleo de destacados artistas e intelectuales que fueron contratados precisamente para neutralizar sus mejores proyectos.
La película está repleta de sugerencias sobre el presente de la sociedad alemana, canalizadas a través de objetos y situaciones debidamente distanciadas con una finalidad reflexiva y crítica: el poder del dinero, las relaciones laborales, la jerarquía, la violencia institucional, la libertad, etc. en un sentido diametralmente opuesto al que emana de los habituales telefilms policíacos, tan rutinarios como reaccionarios.
Para el logro de un film redondo, a mi juicio, debería haberse potenciado más la profundidad del análisis en detrimento de la brillantez de las imágenes, así como haber renunciado a una excesiva acumulación de ideas en beneficio de una mayor claridad de las mismas.
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