(2) JOHNNY PELIGROSO, de Amy Heckerling.

DIVERTIDA PARODIA DEL CINE DE GÁNGSTERS
Pese a los malos augurios que la precedían, Johnny peligroso ha sido una agradable sorpresa por cuanto constituye una divertida y delirante parodia del cine de gángsteres USA de los años 30, aquel referido a bandas rivales, Ley Seca, corrupción de políticos y agentes de la ley, garitos de juego, contrabando de licores, bailarinas seductoras y ajustes de cuentas, frecuentemente estructurado bajo formas de melodrama social con inclusión de hermanos de divergente trayectoria personal, mamá sacrificada, dosis de buenos sentimentos y redención final o moraleja a lo “el criminal nunca gana”.
Las influencias fílmicas aquí detectables son abundantes: además de los modelos originales —hay una referencia explícita a Los violentos años 20 (1939) de Raoul Walsh—, encontramos también evidentes concomitancias con ciertos rasgos del humor de los Monty Python, Jerry Lewis y Woody Allen, en su intención de satirizar y ridiculizar los tópicos del género, de burlarse de las convenciones establecidas dándole la vuelta a su sentido primitivo, exagerando hasta el absurdo las situaciones y los diálogos.
Pero, lamentablemente, no encontramos en Johnny peligroso la sabiduría narrativa de un Stanley Donen, quien en el primer episodio de su magistral Movie Movie (1978), el del boxeador honrado, hacía una sutil e inteligente reflexión sobre el lenguaje, mientras que aquí lo que domina es la frivolidad y una cierta gratuidad, aspecto especialmente reforzado en la versión española, cuyo doblaje hace hincapié en palabrotas y tacos, excesivamente proclive a lo chavacano y lo escatológico. Todo lo cual choca, sin duda, con el puritanismo impuesto por la censura de la época de esplendor de los films tomados como referencia.
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