(1) LA ÚLTIMA SOLUCIÓN DE GRACE QUIGLEY, de Anthony Harvey.

DERECHO A MORIR
Una anciana, abrumada por la soledad y las penurias económicas, concibe la idea de contratar a un psicópata asesino para que practique con ella y con sus amigos la eutanasia, procurándoles un tránsito rápido y feliz al más allá. El film oscila entre el melodrama sentimentaloide y la comedia negra desmadrada, pero resulta fallido tanto por un exceso de arbitrariedades como por un sentido del humor poco consistente.
El tema daba mucho de sí, pero un guión reiterativo y torpemente estructurado lo echa a perder, situando el producto en la línea bienintencionada de un Capra, cuando aquí lo que hacía falta era el ingenio del estilo Ealing o bien la lúcida mordacidad de un Billy Wilder. Ni siquiera la veterana Katherine Hepburn, que se esfuerza en su rol interpretativo, puede hacer algo para evitar el naufragio general. Lástima.
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