(2) DOBLE CUERPO, de Brian De Palma.

TESTIGO INVOLUNTARIO
Conocida es la admiración que siente Brian de Palma por el cine de Hitchcock, al que ha rendido frecuentes homenajes en sus películas, cuando no lo ha plagiado descaradamente. Doble cuerpo no es una excepción, más pretenciosa si cabe, al constituir un refrito de dos obras tan relevantes como La ventana indiscreta (1954) y Vértigo (1958).
Las referencias argumentales nos indican por dónde va la cosa: un actor, voyeur y claustrofóbico, utilizado como testigo de un asesinato. Doble identidad de la víctima, una actriz de cine porno que se hace pasar por la auténtica esposa. Y para que el producto sea lo más hitchcockniano posible, hasta la música de Pino Donaggio imita las partituras de Bernard Herrmann.
Pero la genialidad es un raro don y la maestría es difícilmente reproducible mediante fórmulas preestablecidas. Y así, lo que en el maestro del suspense es coherencia narrativa en De Palma es truco del oficio; lo que en aquél son hallazgos expresivos en éste son tics efectistas, y lo que allí era rigor conceptual deviene ahora mera cita cinéfila.
De Palma copia la letra pero no el espíritu de Hitchcock. El individuo normal atrapado involuntariamente en circunstancias excepcionales llenas de peligro; la policía que no se cree el complot criminal; la mezcla de realidad y de ficción; la pirueta final que resuelve una situación desesperada… todo aparece aquí como resultado de unas triquiñuelas de guión que no resisten apenas el menor análisis lógico. Lo que sucede es que De Palma es lo bastante hábil para lograr un producto brillante y comercial que se contempla entre la irritación y la complacencia.
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