(1) LASSITER, de Roger Young.
UN LADRÓN DE GUANTE BLANCO
Podemos reconocer las excelencias de la fotografía, la acertada labor de los actores, la precisión del montaje e incluso la capacidad de sugerencia de algunas escenas eróticas, pero hay una serie de elementos en este thriller ambientado en los años 30 cuyo grado de convencionalismo y de inverosimilitud resulta ya intolerable. Eso sin mencionar la falta de entereza del argumento: un hábil ladrón es obligado por la policía a robar a los nazis un valioso lote de diamantes destinado a financiar las actividades del espionaje en Sudamérica.
El carácter de fortaleza militar de la embajada alemana en Londres, lo mismo que la extrema maldad tanto de los nazis como el jefe de Scotland Yard, loq ue viene a justificar el chantaje al protagonista, atrapado entre dos fuegos. Si a ello añadimos el insulso romance del duro ladrón y el final feliz tras no pocos giros de guión, así como un cierto estancamiento dramático con situaciones reiterativas, debemos concluir diciendo que Lassiter es el típico producto realizado con solidez industrial destinado a mero pasatiempo de públicos poco exigentes.
José Vanaclocha
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