(1) EL MEJOR, de Barry Levinson.

LA SENDA DEL ÉXITO
Basada libremente en una novela publicada en 1952 de Bernard Malamud, El mejor es una de esas películas que rinden homenaje al llamado Sueño americano o ese culto al éxito tan arraigado en Estados Unidos. Y qué mejor que encarnarlo que el actor Robert Redford, en la piel de un hombre sencillo, de origen campesino, que alentado por su padre decide dedicarse al béisbol, uno de los deportes nacionales de los USA, convirtiéndose con no poco sufrimiento en un gran jugador.
El film adquiere tintes épicos cuando se trunca su carrera deportiva, pero logra volver posteriormente, pasados los 35 años. Tras salir de la cárcel decide regresar al deporte rehuyendo de todo tipo de tentaciones: sobornos de los gángsters, la vida disipada que le ofrece una femme fatale. Es en esa edad donde empieza la decadencia de la vida deportiva cuando el protagonista consigue grandes hazañas. En ese sentido, resultan forzadas las escenas en que Redford juega tantos decisivos, remarcados por una música sinfónica y cámara al ralentí. Por no citar un final de traca, con fuegos artificiales lloviendo sobre el campo, literalmente, mientras descubre que el hijo de su antigua novia es también hijo suyo.
El equipo técnico, por el contrario, es muy competente, destacando la fotografía de Caleb Deschanel y la música de Randy Newman. Ello contribuye a presentar un producto de buen acabado, a pesar del tono hagiográfico del relato.
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