(3) EL INSTANTE MÁS OSCURO, de Joe Wright.

CHURCHILL EN LA ENCRUCIJADA
De nuevo Winston Churchill (1874-1965) en las pantallas, esta vez encarnado por el actor Gary Oldman —premiado con el Globo de Oro—, que ha realizado una notable composición de su personaje sometiéndose a largas y complicadas sesiones de maquillaje para este film biográfico dirigido por Joe Wright, un cineasta del que podemos destacar Orgullo y prejuicio (2005), Expiación, más allá de la pasión (2007) y Anna Karenina (2012).
El instante más oscuro abarca las pocas semanas de mayo y junio de 1940 en las que el protagonista es nombrado primer ministro sustituyendo a Neville Chamberlain —demasiado tolerante con los agresivos desmanes de Hitler y responsable político del desastre militar en Calais, Francia—, teniendo que soportar las insidias de sus compañeros del partido conservador y la inicial desconfianza del rey Jorge VI.
La II Guerra Mundial lleva unos meses en marcha y los poderosos ejércitos nazis están a punto de derrotar a Francia y a Bélgica, lo que significa la probable invasión de Gran Bretaña. ¿Qué hacer? Esta es la cuestión clave que plantea la película y el angustioso dilema que debe abordar el nuevo premier: ¿pactar y sucumbir como nación soberana o resistir y luchar como imperio dotado de un prestigio ancestral? No sin vacilaciones, largas reflexiones y presiones diversas, Churchill decide defender Inglaterra resistiendo con los limitados recursos disponibles. Los Estados Unidos son todavía neutrales y Roosevelt no puede ayudar abiertamente a su aliado. Y en uno de sus célebres discursos el líder británico advierte a su pueblo sobre los días de “sangre, sudor y lágrimas” que se avecinan.
Winston Churchill fue un político importante —aunque también discutido por algunos— con sus luces y sombras: endeble economista, discreto estratega, anticomunista visceral partidario de la Guerra Fría y experto orador parlamentario que acabó ganando la guerra pero perdió las elecciones inmediatas. Los laboristas lograron gobernar hasta 1951, como muestra Ken Loach en la aleccionadora El espíritu del 45 (2013).
Pero el relato no es neutral y su pretendida objetividad se limita a señalar algún intrascendente defecto del líder británico, orgulloso y tozudo, adicto al tabaco y al alcohol, con algunos errores de cálculo y fracasos en el pasado… pero inteligente, laborioso, afectuoso con su mujer —aquí Kristin Scott Thomas—, algo autoritario pero dotado de buen humor…
Joe Wright y su guionista Anthony McCarten han optado por ensalzar —se trata de un biopic, no lo olvidemos— tanto la vida pública como la privada del protagonista, resolviendo a su modo y conveniencia, aunque con dignidad, las contradicciones entre lo histórico y lo (inevitablemente) patriótico, entre la razón y el sentimiento nacionalista, entre el rigor político y el culto a la personalidad, sin evitar la fácil demagogia de la escena del viaje —por primera y única vez— de Churchill en metro, donde confraterniza con el honrado y sacrificado pueblo londinense y reafirma sus convicciones.
En la correcta factura del film cabe destacar el empleo de una fotografía con zonas oscuras y de unos decorados fieles a la época evitando cualquier lujo ambiental que desentonaría con la forzosa austeridad del momento y los apuros del país tanto en el terreno económico como en el militar.