(2) EL REPORTERO DE LA CALLE 42, de Jerry Schatzberg.

PERIODISMO DE INVESTIGACIÓN
El actor Christopher Reeve, conocido por su papel de Superman, es aquí un periodista de calle con escaso éxito que trabaja para una revista. Ante las dificultades que comporta su labor, decide inventarse un artículo sobre las andanzas de un proxeneta de Harlem y sus fabulosas ganancias. Casualmente, en este barrio negro de Nueva York existe un tipo de parecidas características implicado en un homicidio y la policía quiere obligar al reportero a que cuente toda la verdad.
Las dificultades de esta arriesgada modalidad de periodismo de investigación derivan de las presiones de la policía —esclarecimiento de los hechos frente al secreto profesional— y de las previsibles reacciones violentas de los implicados, casi siempre al margen de la ley.
El protagonista se halla aquí entre varios fuegos cruzados. Ya famoso y convertido en reportero de TV, deberá ocultar a sus editores que su artículo es ficticio, tendrá que convencer al juez de todo lo contrario para no ser acusado de encubridor de un homicicio y se verá acosado por el chulo para que testifique a su favor.
El reportero de la calle 42 es un thriller realizado con habilidad para que en ningún momento decaiga su interés, ilustrándonos sobre el mundo de la prostitución callejera, sobre las ganancias de los macarras y sobre las peculiares relaciones de éstos con sus “protegidas”: no se trata de amor hacia unos amantes superdotados sino de miedo insuperable ante las amenazas y coacciones de estos traficantes de carne humana.
El final es de un cinismo que linda con las tesis ultras sobre la inoperancia de la Justicia. El periodista salva la piel mintiendo en juicio, pero trama su propia venganza sembrando la discordia entre los mismos proxenetas. El resultado es fulminante: la violencia y el terror se decantan contra sus autores.